Visita a Uncastillo: la judería

La semana pasada, día 22, la clase de primero de carrera de Publicidad y RR.PP. de la USJ nos fuimos a visitar Uncastillo, un municipio perteneciente a la comarca de Cinco Villas, en Zaragoza. Esta enriquecedora actividad nos ha servido para encauzar nuestro trabajo en grupos para las asignaturas de Introducción a las Ciencias Jurídicas, Historia y Documentación. De entre todos los sitios visitados, para mí el más interesante ha sido la judería.

Una judería es un barrio judío, en el cual, por ley, residen las personas de cultura judía. Por una parte, se debe a la intolerancia de los cristianos hacia ellos; por otra, los mismos  judíos deseaban que prevaleciera su unidad. Hacia el año 1169 hubo notables inmigraciones y comenzaron a establecerse familias judías en Uncastillo.

 Las calles de la judería se caracterizan por una estructura que protegía la intimidad de los inquilinos, es decir, que las ventanas no coincidían enfrente de otras, para evitar miradas curiosas de vecinos. Se podía diferenciar la clase de la familia que vivía en una casa por su entrada, pues cada clase presentaba una puerta y marco propio y definido. Las calles no eran rectas, sino laberínticas; primero se decidía dónde iba a construirse una casa, y después se pensaba como solucionar la distribución de las calles, por ello las calzadas no eran la máxima prioridad en cuanto a organización.

En la judería de Uncastillo se encuentra la Sinagoga (lugar de oración, fieles judíos y estudio de la religión), que también era el cementerio judío. En ella me llamó especialmente la atención un gran recipiente en forma de U, que según nos explicó el historiador y nuestro profesor Miguel Angel Motis, podía haber servido para que los judíos se purificaran o las mujeres expiaran su pecado.

Por ejemplo, después del nacimiento de un bebé, la madre debía pasar un período de purificación de manera distinta si tenía un niño o una niña, pues traer una niña al mundo siempre era razón de desgracia. Si era niño, tenía que purificarse durante 7 días, y si era niña, 14 días. Tras ello debía permanecer un lapso de tiempo en su casa. Cumplido esto, la mujer ya podía visitar el templo.

Por supuesto, este trato no era igual para el hombre, pues la mujer tenía una situación mucho inferior en todos los sentidos. No se les permitía estudiar ni aportar testimonios. Sus condenas eran incomparablemente peores que la de los hombres judíos; en el caso de adulterio, a la mujer se la condenaba a muerte por lapidación, el caso del hombre apenas tenía consecuencias.

Las predicciones de Nostradamus

A lo largo de la historia se han desarrollado numerosas profecías, tanto anónimas como de ilustres pensadores, religiosas o laicas… Y sin duda, uno de los hombres que más huella ha dejado es Nostradamus. Pero antes de empezar a hablar acerca de sus profecías, quiero hacer una breve introducción a la que fue su vida:

Michel de Nôtre-Dame, de origen judío, nació en Saint-Rémy, Provenza. Estudió en la Universidad de Montpellier (año 1525) para estudiar formarse como médico. Durante el período en el que se casa con su segunda esposa (año 1547), comienza a interesarse por lo oculto. Aprovechándose de su supuesta habilidad para adivinar el futuro y de la lectura de los astros, escribió una serie de publicaciones anuales. Su éxito le motivó a seguir escribiendo. Cambió su nombre a su traducción en latino, pasándose a llamar Nostradamus.

La profecía de Napoleón: Nostradamus apoda al futuro Napoleón con el nombre de carnicero. Dos siglos antes de que hubiera nacido, predice su lugar de nacimiento, su ascenso al poder, la duración de su reinado, la Revolución Francesa y su derrota en Waterloo, entre otras cosas más. Para muchos pensadores antiguos y actuales, el apodo de carnicero le viene al dedillo, puesto que, ya fuere directa o indirectamente, los números de muertes que causó para ostentar su gloria fueron catastróficos. Se pueden encontrar fragmentos relacionados con esto en varias de sus centurias, pero en la que más referencia hay es en la Centuria I.

Asesinato del Papa: Nostradamus predijo que, antes de la tercera guerra mundial, Italia será invadida y el Papa asesinado. Así, la nave de Pedro, quedará sin guía y a merced de los sucesos que proseguirán a la muerte; entonces el clero –tripulación de la nave- la abandonará para proteger su vida. Esto sucederá posiblemente junto al río Tíber, si pensamos que Roma será la sede del papa. A esto se hace referencia en la Centuria VI, V, VIII y IX.

Tiempos de Paz: esta profecía habla, como su nombre indica, de los tiempos de paz que vivirá (o está viviendo) Europa. Sus Centurias III y X formulan que tras los tiempos difíciles que Europa ha vivido, conocerá un relativo largo período de paz. También predice que se explotará a África para aprovechar sus reservas y conseguir beneficios comunes para todas las naciones.

Las Naciones Caerán: se augura en la Centuria II que tras una gran disputa se avecinará una muchísimo mayor, que traerá consigo la destrucción de las naciones entre sí. Algunos pensadores interpretan que esta profecía ya se cumplió con la Segunda Guerra Mundial, pues Nostradamus hace referencia a bombas y grandes armas que destruyen ciudades en cuestión de segundos.

El Anticristo: Nostradamus habla de un tercer anticristo, habiendo ya dos primeros que ya había adivinado: Napoleón y Hitler. Augura que este tercer anticristo odiará a los niños, maltratará a mujeres y tendrá una crueldad jamás vista. Este hombre nacerá de un cristiano y una cristiana que romperán su votos castidad. El pecado será tan terrible que el niño no tendría que haber nacido. Abandonado y a riesgo de morir, será acogido por un hombre inmoral.

 

Estas son algunas de las profecías más relevantes de Nostradamus. Por otra parte, hay quienes opinan que estas son unas interpretaciones arbitrarias fruto de fanáticos. No hay evidencia de que dichas visiones tengan una verdadera interpretación en el tiempo pasado o presente.